Cuando llegan estos días de calor, disminuye la necesidad de calorías y, con ella, aparece la pérdida de apetito. Nuestro cuerpo no necesita producir mucho calor para mantener la temperatura corporal y, por tanto, “quema” mucho menos que cuando hace frío.

Por eso, en verano la alimentación debe satisfacer dos necesidades: por un parte, no sobrecargar el organismo con comidas demasiado elaboradas (sobre todo en grasas) y, por otra, reponer los líquidos perdidos a lo largo del día.

Como es natural, no es que tengamos que cambiar todos los hábitos. De hecho, la idea es igual que hacemos los meses de frío, ofrecerles una dieta variada y fundamentada en alimentos frescos. ¿Qué significa esto en la práctica? Pues sencillo, que para la comida y la cena, servirá con dar preferencia al consumo de fruta y verdura ya que son ricas en vitaminas y sales minerales que el cuerpo suele perder a través del sudor.

Si en casa notas que las ganas por comer han descendido, prueba a ofrecerles un plato único. ¿Se te ocurren ideas para compartir con nosotros?

Nosotros te proponemos platos rápidos y menos elaborados como ensalada de pasta, pescado, carne magra, melón con jamón, tortilla, quesos frescos… y siempre que puedas, ofrecerles mucha fruta fresca y verduras como pimientos, zanahorias o tomates que sientan de maravilla en esta época.

Eso sí, recuerda que no merece la pena forzarlos a comer en contra de su voluntad, además cuando estéis de vacaciones, especialmente a la hora de la cena, verás cómo por arte de magia recupera el apetito y la inapetencia desaparece. Un truco para fomentar que vuelva está en que practiquen ejercicio, evitando las horas más calurosas del día y animándoles siempre a beber agua, mucha y que no esté muy fría.

¿A ti también se te va el hambre?