En la Guía para padres sobre actividad física y salud que publica el Ministerio de Sanidad se observa que, de entre los elementos que más motivan, destaca el pasárselo bien, moverse y compartir experiencias con los iguales. Del mismo modo, entre los factores que desmotivan y hacen que se abandone la actividad física están la presión por jugar, la imposición externa de la actividad y dar más importancia a ganar que a jugar.
El problema cuando hay entrenadores exigentes y padres obsesionados con que su hijo sea el mejor o juegue más minutos es que el niño sufre las consecuencias, desde físicas (se disparan las lesiones y aparece el síndrome del deportista quemado) hasta psicológicas. La clave reside en equilibrar la práctica deportiva y la competitividad.
Para que sea más fácil, aquí va el decálogo que nos proponen para padres de hijos que compiten:
1. Priorizar la formación de los deportistas infantiles en los terrenos técnico, social y organizativo sobre los resultados.
2. Poner en valor el compromiso, la disciplina, el respeto, la empatía, el trabajo en equipo, la superación, etc., es decir, aspectos que «van más allá del juego y que corresponden a cualquier actividad humana en la sociedad».
3. Animar y acompañar al menor en la práctica deportiva sin presiones.
4. Recordar, como padres, «por qué practican deporte sus hijos: por diversión, por hacer amigos, por afán de superación, de estar sanos, de desconectar, etc.».
5. Regular las expectativas y ajustarlas a la situación y capacidades del hijo.
6. Disfrutar y no sufrir el deporte junto a los hijos.
7. Escuchar al niño, proporcionarle un espacio seguro y de confianza donde pueda expresar cómo se siente.
8. Apoyarlo, sea cual sea su rendimiento.
9. Valorar su esfuerzo y comunicárselo.
10. Dar importancia a la práctica del deporte por lo que es y no por los triunfos o las derrotas.
¿Qué te parecen estos puntos?